El temor de los costos y las dilaciones que acarrearía a los vecinos de Venezuela ventilar sus derechos a tanta distancia los hizo pasarse sin tierras en perjuicio de los adelantamientos del país, o poseerlas sin títulos con notable daño de sus descendientes, hasta que, conocido el mal en la Corte, se precavió por una Real Cédula de 1754 que cometía a las Audiencias la sanción definitiva de todo lo perteneciente a tierras ordenando, para reformar los anteriores abusos, que todos los propietarios presentasen a los comisionados del Tribunal los títulos de posesión. Yo amo, Arturo, es verdad, pero este amor no es una de aquellas pasiones vulgares, no es uno de aquellos sentimientos vagos, á los que la falsedad del mundo ha dado el nombre del mal sublime, del mas grande de los sentimientos del corazon humano. Pues bien, hoy he recibido una carta en la que no se me elogia. Ahora bien, con el debido respeto por el concejal independiente, manifiesto que no; que yo no soy ni puedo ser Roberto Giusti, a lo más soy su tocayo, y más aún: si yo fuera concejal de un partido, de ningún modo escribiría notas, sino que me dedicaría a dormir truculentas siestas y a «acomodarme» con todos los que tuvieran necesidad de un voto para hacer aprobar una ordenanza que les diera millones.
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Confundir la «fiaca» con el acto de tirarse a muerto es lo mismo que confundir un asno con una cebra o un burro con un caballo. No mire lo que hacen los demás. Mas en la imposibilidad de aclarar estos misterios, he acabado por resignarme y aceptar que yo soy Arlt, de aquí hasta que me muera; cosa desagradable, pero irremediable. Tampoco puedo argüir que soy pariente de William Hart, como me preguntaba una lectora que le daba por la fotogenia y sus astros; mas tampoco me agrada que le pongan sambenitos a mi apellido, y le anden buscando tres pies. Y Dios se va apiadando de Makar, comprende que Makar ha sido, sobre la tierra, como la organiza¬ción social lo había moldeado, y súbitamente, las puertas del Paraíso se abren para él, para Makar. Franco sentósele en el ijar, y agarrándolo por las orejas le dobló sobre el dorso el gallardo cuello, mientras el mulato lo enjaquimaba después de ajustarle las sueltas y de amarrarle un rejo en la cola.
Los «jovies», funcionarios públicos del carro, la pala y el escobi¬llón, dan la lata sobre «eregoyenisme». El recuerdo de las innumerables víctimas del foragido Rosas. Tomaronse del brazo ambos amigos y se encaminaron á la álameda, luchando con la numerosa concurrencia que despejaba la plaza y qué á manera de un enojado mar se révolvia para ir á precipitarse en las clles de la iluminada ciudad. Nuestros caballos, espantados, retrocedieron hacia el caño de aguas bermejas, y desde allí vi desplomarse la morada que brindó abrigo a mis sueños de riqueza y paternidad. Yo no tengo la culpa que un señor ancestral, nacido vaya a saber en qué remota aldea de Germanía o Prusia, se llamara Arlt. Señor Barrera -interrumpí- jamás tuve noticias de que en el Vichada hubiera empresas de la magnitud de la suya. Hallábanse éstos acaudillados por los alcaldes Garci González y Francisco de Rebolledo, que gobernaban por ausencia de Osorio, apostados en todos los desfiladeros y puntos principales de camino real de La Guaira; mientras que Drake, ayudado de la perfidia, se hallaba cerca de Caracas sin otra resistencia que la de un anciano sexagenario, que no quiso comprar con la opresión de su patria los pocos años que faltaban a su vida.
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