Pero cuando el régimen empezó a abrirse a los mercados europeos, se recuperó con fuerza la industria automovilística, editorial, química, farmacéutica, logística y electrónica, hasta convertir la provincia de Barcelona en la principal zona industrial del país. Parte de estos trabajadores se dedican al comercio, la restauración, y también al turismo, que desde los años 1990 ha crecido enormemente en la ciudad, llegando a recibir en 2009 hasta 6,5 millones de visitantes, convirtiéndose así en uno de los puntales económicos de Barcelona.