La gracia está en que para hacerlas pasar por verdaderas medicinas hay que meterlas en un envase plástico con forma de botiquín. Se trata de 31 esculturas monumentales realizadas sobre troncos que se salvaron del fuego en este bosque de lengas por un grupo de artistas de la región. Tuve el honor de pasar dos noches en este magnífico alojamiento que todavía se encontraba sin abrir al público.